lunes, 21 de mayo de 2012

Un laberinto con salida.

Un laberinto. ¿Y sabéis a qué me ha recordado esta palabra? A los cascos de Valentino Rossi. En los no pocos años que el nueve veces campeón del mundo lleva compitiendo en el Mundial de Motociclismo, Il Dottore ha llevado todo tipo de cascos.


¿No recuerda a un laberinto? Este es de 2001, de la carrera de Sepang. 


Y este otro es del año siguiente, en Suzuka. Parecen iguales si no te fijas, ¿verdad? Como los caminos de un laberinto. Todos rectos, todos terminan contra un muro o en una esquina que te lleva a otro camino, otro camino parecido al que dejaste al cruzar la esquina.

Y así es la vida. Mil caminos que vas a pisar, y otros mil que intentarás andar, pero solo uno es el tuyo. Solo un camino te pertenece. ¿Y cómo sabes cuál es? Búscalo. Como en un laberinto, tienes que buscar la salida que lleve a tu vida, y no la tendrás que buscar una sola vez... ni mucho menos. Cada día es un laberinto que tienes que sortear, con mayor o menor suerte, pero tienes que superarlo.

Rossi sabe bien lo que esto significa. Tras una larga, meritoria y exitosa carrera llena de títulos y victorias, llegó en 2011 a la marca italiana de motos más destacada de todos los tiempos: Ducati. El piloto más grande de todos los tiempos, italiano, en una gran escudería, también italiana. Los ducatistas y los rossistas estaban que no cabían en sí mismos; y los que somos simplemente aficionados al motociclismo, también. Parecía un binomio más que interesante. Pero todo se desvaneció. Todo se fue diluyendo poco a poco. Hasta que en 2011 Rossi sufrió la peor temporada de su carrera, y en 2012 parecía que todo sería igual. Pero algo ha cambiado. El cambio de cilindrada, de 800 a 1000cc, parece haberle sentado bien a la Ducati... y por fin, Rossi ha conseguido subir al podio. ¡La salida del laberinto! Es cierto que ha sido en agua, en una carrera con condiciones bastante inusuales y con un fin de semana bastante extraño en general a espaldas de la carrera. ¿Pero qué más da? Il Dottore luchó en pista. Tuvo que superar a dos Yamahas satélite que normalmente estaban por delante de él, las que llevan Crutchlow (temporadón, por cierto) y Dovizioso, además de pegarse en las dos últimas vueltas con el actual campeón (¡no te vayas!), Casey Stoner. ¿Cuánto tiempo llevábamos sin ver una lucha como esta en MotoGP? ¡También aquí, Vale ha encontrado la salida del laberinto!

En resumen, Valentino ha llegado a la salida de un laberinto que parecía no tenerla. Y además, ha dado una alegría a la categoría reina en general, a una categoría donde las carreras, seamos serios, empezaban a ser preocupantemente soporíferas. ¿Qué tal si Valentino se queda aquí y así nos sigue enseñando cómo salir del laberinto? Grazie, Vale!

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