jueves, 16 de agosto de 2012

Cuando el tiempo te ayuda a darte cuenta.

Llevamos tres semanas sin MotoGP, un mes sin Moto2 y Moto3. Desde la carrera de Laguna Seca han pasado exactamente 18 días, y aún nos falta un jueves que acaba de empezar hasta volver a ver un entrenamiento libre. Todo este tiempo sin motos, de alguna manera, te hace ver la vida algo más despacio.

Cuando no estás a todas horas viendo motos en su máximo esplendor, a toda velocidad, descubres que a veces se puede ir despacio, y pensar las cosas. Eso es justo lo que me ha pasado a mí durante las típicas vacaciones de verano que hay todos los años en el Mundial de Motociclismo, me ha dado tiempo a pensar las cosas.

Entre todo lo que he pensado, he decidido ir a Brno, cumplir un sueño. Cuando lo pensé por primera vez era una locura... ahora es una realidad y estoy a seis días de partir hacia la República Checa. Cualquiera puede pensar que por qué es diferente este circuito a los dos que ya he visitado. Veréis, es simple: salir a un circuito de fuera de España siempre ha sido un sueño, desde pequeña. He de reconocer que Brno no es el que más me atrae, pero tiene su encanto. De hecho, allí fue donde el gran Valentino Rossi consiguió su primera victoria en 125cc, y donde el eterno Marco Simoncelli hizo su primer podio en MotoGP, hace un año.

Además de pensar mi viaje, también he tenido tiempo de darme cuenta que desde Montmeló no he vuelto a pisar un circuito. Montmeló fue especial, fue diferente, fue doloroso... y será inolvidable. Hay algo que quiero destacar, sin ánimo de crear guerra entre fans de Márquez y de Pol, pero ese Gran Premio tuvo cosas que los que apoyan a Marc jamás entenderán, que solo los que de verdad sentimos algo dentro de nosotros al ver a Pol Espargaró sobre la moto somos capaces de comprender. Es un dolor, es un miedo, es un recuerdo imborrable. Algo que no se va, algo que puede que el tiempo sea capaz de atenuar, pero que difícilmente conseguirá hacerlo desaparecer. Ahora que voy a volver a un circuito, es cuando me doy cuenta que tengo ese miedo muy dentro.

Es un temor a volver a pasar lo mismo, a volver a sufrir las lágrimas de aquel día, el dolor en el pecho, el sufrimiento, el recuerdo de uno de los días más agobiantes que he vivido jamás. Ahora me doy cuenta de que tengo un miedo enorme hacia la posibilidad de que pueda pasar algo parecido a aquello. No fue más que un lance de carrera, un toque desafortunado, una decisión del destino que nunca aprobaré, pero fue diferente porque yo estaba allí. Lo viví tan de cerca, que se me quedó grabado a fuego en lo más profundo de mi alma motera.

Aunque puede parecer que esto es demasiado dramático, realmente lo siento así. Siempre hay un temor imposible de esquivar cuando estás viendo sobre la moto a gente que realmente aprecias. Pero es que, por encima de todo esto, hay algo aún más fuerte: la pasión por el motociclismo. Esta es tan, tan grande, que ni el más trágico suceso, ni la lágrima más pura, ni la caída más dolorosa pueden con ella. Es el motor que nos mueve, y yo no pienso dejarlo parar hasta que no lo haga mi corazón.

1 comentario:

  1. Bonita entrada nena :D
    y no suena a dramatico yo no comparto la aficion por las motos ya que a mi no me van pero lo entiendo por otras aficiones que tengo
    ya te queda menos para irte a pasarlo bien guapa un besazo y me gusta el nuevo diseño si supiera como seguirte te seguia ahora mismo pasate por el mio besos

    ResponderEliminar